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Una invitación a hacernos nada, a anonadarnos

El Evangelio este 1 de septiembre, inaugurando un mes feliz, un domingo que es el vigésimo segundo del tiempo ordinario, es el de San Lucas, capítulo 14, versículos 1 a 7 y subsiguientes.

En él nos presenta Jesús esta parábola de un banquete donde pareciera que se buscan los primeros lugares para estar cerca del poder, porque nos gusta estar cerca del protagonismo, nos gusta estar cerca del que protagoniza todo, si es que nos somos nosotros los protagonistas.

Y viene la enseñanza de Jesús: el que se ensalza, ese va a ser humillado; y el que se humilla, ese será ensalzado. Por eso la invitación a hacernos nada, a anonadarnos, que significa eso. Hacernos nada para que nos haga pleno Cristo el Señor, con su mirada y su presencia.

Esto nos cuesta en nuestras vidas, nuestras familias, trabajos, reuniones de amigos, donde nos gusta ser protagonistas o tener la última palabra.

Pero como cambia la historia cuando sabiendo en nuestros entornos que somos de guardar silencio y de tener la palabra justa, somos los llamados para dar la opinión sensata, la visión objetiva del tema que fuese.

A esto debemos aspirar. Y lo hacemos sin descuidar los talentos que hemos recibido, según lo hemos reflexionado ayer.

Saber en qué momento debemos guardar silencio y humildemente esperar el momento oportuno para dar nuestro parecer, nuestro punto de vista.

Hacernos nada para ser ensalzados por el Señor.

Que tengan un bendecido domingo. Solos, en familia o con amigos, pero siempre con Jesús en el corazón.

Que la Virgen Santísima de Luján los bendiga.