Llegamos al domingo 8 de septiembre, 23º del tiempo ordinario, en el que en nuestra patria celebramos la Jornada de la Vida Consagrada, es la que coincide justamente con el cumpleaños de la Virgen Santísima y se lo toma así porque la Virgen desde su mismo nacimiento ha sido consagrada a Dios en virtud de que por ser inmaculada, en el seno de Ana, nacida sin pecado en mérito a la Sangre Redentora ya que va a ser madre de Jesús. Es día de la Vida Consagrada y pedimos al Señor con insistencia que haya muchos y muchas personas que deseen entregar su vida para extender el Reino de Dios.
Este Reino de Dios, que en el Evangelio de Lucas capítulo 14 versículos 25 al 33 nos es tan claro. Y termina diciendo «cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo».
Se gana la vida cuando «somos capaces» de perder un montón de actitudes nuestras. De relegar el primer puesto, nuestro modo de pensar, nuestro modo incluso de sentir, incluyendo nuestro modo de amar.
Muchas veces amamos como lo sentimos pero estamos invitados a amar como Jesús quiere que amemos.
Como decía San Agustín, la medida del amor es amar sin medida. El le ha puesto la medida al amor.
Es difícil pero no imposible, porque nunca Jesús nos va a pedir algo que supere nuestras posibilidades.
Que en este domingo nos animemos a mirar si somos capaces de este seguimiento de Jesús, dejando de lado lo que no es de El, lo que no pertenece a Dios, cosas que no son necesariamente malas pero que no son de Dios.
Que el nacimiento de la Virgen nos anime a volver a renacer, a ganar la vida, dejar de lado todo lo que no es de Dios, para ganar el Reino de los Cielos
Que en soledad, con amigos o en familia, pero siempre con la compañía de Jesús, vivamos un buen y santo domingo. Bendiciones de la Virgen de Luján.