Los Evangelios nos describen y nos relatan diversas resurrecciones realizadas por Jesús. Se me vienen a la memoria la de Lázaro, donde es necesario que se mueva la piedra y Jesús grita “Lázaro, sal fuera”; la de la niña a la que Jesús le toma la mano y le dice “Talita Kum”, y la del Evangelio de hoy, tomado de Lucas capítulo 7 versículos 11 al 17, donde literalmente Jesús se encuentra en su andar con un cortejo fúnebre en el que llevan a sepultar al hijo único de una mujer viuda.
Imagínense la calamidad que era. Significaba esto que la mujer se quedaba sin representación, no había varón que hablara por ella o la defendiera. Sin embargo Jesús no es necesario que grite ni le tome la mano a nadie.
Deteniendo el cortejo y tocando la litera en la que lo llevaban a sepultar le dijo “Joven, levántate, yo te lo ordeno”, y se da la resurrección.
También en nuestras vidas podemos tener distintos tipos de muerte y diversos tipos de resurrecciones. Tal vez nos haga falta un buen grito, como a Lázaro, o que nos tomen de la mano, como a la niña. O solamente que Jesús se encuentre con nosotros y nos diga “levántate”.
Sea como fuese no estamos llamados para la muerte sino para la vida, para la resurrección.
Quiera Jesús regalarnos esta resurrección, que nos la viene a traer pero que nos animemos a aceptarla en nuestra vida. Buen martes.