El Evangelio de San Lucas capítulo 8 versículos 1 al 3, que estamos invitados a reflexionar en este día viernes, es un catálogo de mujeres que acompañan a Jesús en su andar.
Dice el Evangelio que Jesús seguía su camino con sus discípulos y lo acompañan varias mujeres. Y las nombra. Son mujeres no del montón sino con nombre y apellido. María, llamada Magdalena; Juana, esposa de Cusa; Susana, y muchas otras que lo ayudaban. La presencia y la cercanía de la mujer como oyente de la Palabra de Dios.
Jesús no es reticente de relacionarse con la mujer. Pero cabe la pregunta de por qué no las ha elegido como apóstoles ni las ha ordenado sacerdote, no se las nombra como discípulas. Pero es precisamente con las mujeres con quienes tiene la delicadeza primero Jesús de la resurrección.
Es a María Magdalena y a las otras dos mujeres, que van muy temprano hacia el sepulcro, a quienes Jesús resucitado se les aparece.
Y solicita el concurso de la mujer para que la voluntad del Padre se haga carne. Jesús necesita el sí de María, el sí de la mujer.
La misión de la mujer en la Iglesia no es ministerial, hay otras funciones que están para manifestarnos la maternidad de Dios, la ternura y la cercanía de Dios. En tantos ámbitos de misión, de apostolado, de asistencia a enfermos, a ancianos, huérfanos. En la catequesis, en la ayuda inmediata del sacerdote, como ama de casa, como docente, como profesional, como mujer sencilla, de a pie, pero enamorada de Jesús. Va abriendo el camino del Mesías, sin la necesidad del orden sagrado. Solamente desde su lugar, con la gracia del bautismo y siendo discípulas del Maestro.
Que el ejemplo de las mujeres que acompañaban a Jesús inspire a las mujeres que leen este medio de comunicación, para también animarse a poner al servicio del Maestro y del Reino los talentos con los cuales han sido adornadas, al modo que lo hizo la Virgen de Luján, a quien pedimos que nos bendiga.