En la historia de la salvación que se va entretejiendo con nuestra propia historia, la cotidiana, cada uno de nosotros tenemos y cumplimos un rol. Todos somos actores.
Pero hay alguien que cumple un rol, muy importante, casi protagónico, que es la Virgen Santísima, María de Nazareth. Ese rol es perfectamente descrito en el Evangelio de hoy, de Juan capítulo 2 versículos 1 al 11. Dejamos a Lucas por este día porque hoy celebramos a Santa María, Madre de Dios y mediadora de todas las gracias.
El rol que le cabe a la Santísima Virgen María, una vez dada la Resurrección y Ascensión de Jesús a los Cielos es ser mediadora de todas las gracias. Es ser medianera, intercesora. De allí que se nos describa en las bodas de Cané, algo que es muy claro: “Celebraron unas bodas en las que estaba María, y también estaba Jesús con sus discípulos”. La protagonista de la invitación era la Virgen, tal vez por amistad con quienes se casaban. Y también llega Jesús con los Doce. Y es en el ámbito de las bodas de Caná donde a pedido de la Virgen que dice hagan todo lo que El les dice, Jesús transforma el agua colocada en las tinajas, llenadas a tal efecto, en vino.
Lo que hace la Virgen es indicar, y Jesús hace el milagro a pedido de la Virgen. Esto mismo acontece en nuestra vida. Cuando nuestras vasijas están muchas veces vacías, la virgen nos dice hagan lo que Jesús les dice, y estamos invitados a llenarlas con nuestra buena voluntad, nuestro esfuerzo, nuestras buenas intenciones, y todo eso Jesús lo bendice, lo multiplica y lo transforma en buen vino para repartir.
Que seamos capaces de oír a la Virgen Santísima, que es Mediadora de todas las Gracias. Que hagamos lo que El nos dice y nos esforcemos en llenar hasta el borde nuestras vasijas.