Es muy cierto aquello que se dice que el árbol tiene de flores o frutos lo que tiene escondido en la raíz. Pareciera que el Evangelio de hoy de Mateo, capítulo 7 versículos 21, 24 y 27 pareciera que daría la razón a esto, porque Jesús dice “Todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica puede compararse a un hombre sensato que edifica su casa sobre piedra, sobre roca”.
Y nos surge la pregunta sobre qué edificamos nuestro trabajo, nuestros afectos, nuestra profesión, nuestros servicios. ¿Están edificados sobre aire, sobre nuestro propio interés, en nuestro yo, nuestro ego, nuestros prejuicios, sobre el qué dirán? ¿Sobre nuestros respetos humanos? ¿O toda nuestra vida, con todo lo que eso significa, intenta fundarse en Cristo?
Solamente fundando nuestra vida en Cristo, edificando nuestra casa interior en Cristo, podrán venir tormentas, pruebas, lágrimas, momentos de zozobra, pero la casa permanecerá firme porque estamos afirmados en el Señor.
Por eso la pregunta adecuada en este tiempo del Adviento en que hacemos un examen de conciencia es sobre qué edificamos nuestra vida. Cuanto nos interesa lo que dicen los demás y lo que dice Dios de nuestra vida. Esta pregunta y la respuesta consecuente son más que importantes.
Quiera la Santísima Virgen sostenernos para que en todo momento edifiquemos sobre los criterios de su hijo Jesús. Que Ella te bendiga.