El Evangelio de este sábado de Mateo, que toma al capítulo 9 versículo 35 y salta al capítulo 10 versículos 1 al 8, nos relata una vez más el accionar de Jesús que recorría todas las ciudades y pueblos enseñando, curando enfermos y dolientes, y que viendo la multitud se conmueve porque estaban fatigados y abatidos, “como ovejas que no tenían pastor”.
Y dice: “La cosecha es mucha, es abundante, rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. Y ahí es cuando convoca a los 12 discípulos, a los que les da poder para hacer lo que él hacía.
Es cierto que la cosecha es mucha, como la siembra que el Señor sigue haciendo a partir de su obra y de otras personas. Hacen falta cosechadores. Y hacen falta en estos tiempos nuestros agricultores, porque debemos volver a resembrar, hacer una re siembra en nuestra cultura y en todos los ámbitos. Es necesario volver a sembrar por lo que cada uno de nosotros a partir de nuestro Bautismo podemos convertirnos en estos nuevos trabajadores de la viña.
Con nuestras palabras, nuestros silencios, consejos, aportes, podemos contribuir a esta resiembra de unidad, de esperanza, de que lo mejor está por venir. De hacer esta resiembra estamos todos responsabilizados, y en todos los órdenes: familiar, social y comunitario.
Estamos a las vísperas de la inmaculada concepción. Pidámosle a la Santísima Virgen que también nosotros nos sintamos interpelados no solo para ser cosechadores sino fundamentalmente sembradores de esperanza.