Hoy les comparto algunas anotaciones -a modo de balance de fin de año- del comportamiento de los mercedinos en este 2020 tan extraño.
El contexto de la pandemia llevó al extremo las características de las personas y puso en evidencia lo que antes se intentaba ocultar.
Estas diecisiete observaciones -la tragedia, en la quiniela- es una especie de anexo al conocido texto de Casciari sobre las 199 formas de ser mercedino, pero en este caso, en relación a la pandemia.
1 – Conocimos con más profundidad al mercedino catastrófico, por ejemplo, que es una especie que disfruta de la sensación de abismo y, como un perro detector de drogas, se extasía con el aroma del final. Este bicho raro tuvo -por fin- oídos que lo escucharon y se empachó de predicar el caos total. Tiene una particular devoción por los finales, llámese final de época, fin del mundo, fin del orden establecido, fin del capitalismo o fin de los valores posmodernos y vivió este año con el megáfono en el bolsillo.
2 – Hermano del mercedino catastrófico es el mercedino místico. A veces se pelean como perros en celo y da la sensación que están en polos opuestos. Pero, al igual que los políticos, tienen mucho más en común que aquello que los espantan. El mercedino místico defendió con la misma vehemencia que los anuncios del catastrófico, la idea de haber vivido un año revelador, repleto de señales de los grandes maestros y conectado más que nunca a otros planos energéticos. El mercedino místico incursionó por tantas técnicas de relajación oriental hubiera en YouTube y vio en la pandemia el argumento del cambio en el curso de la humanidad, derribando los valores sociales de las últimas décadas y empujando al hombre a una nueva era.
3 – Una amenaza mayor a la del Covid fue el posible encuentro entre el mercedino catastrófico y el mercedino depresivo. El depresivo encontró sin mucho esfuerzo los argumentos que dieran sentido al sinsentido. Pasó meses sin bañarse y sin lavar la ropa. Vivió semanas enteras tirado en la cama con el mismo pijama sin que nadie lo cuestionara y su soledad pasó inadvertida. Hubiera colgado la soga al tirante de haberse vinculado con el catastrófico, pero por suerte el aislamiento lo salvó.
4 – El mercedino ansioso también pasó meses en la cama pero comiendo una pizza por cada contagiado y consumiendo, además, todo el contenido de Netflix, incluso la serie de Juana Viale. Esta especie sufrió ramificaciones.
5 – Del mercedino ansioso deviene, por ejemplo, el mercedino hipocondríaco que incorporó el ejercicio de hisoparse una vez por semana y que le vio la cara al covid cada vez que se sonó la nariz. El mercedino hipocondríaco ofreció a la ciencia montones de síntomas inherentes al covid que habían sido inadvertidos por la misma OMS. Hay quienes dicen que la categoría de asintomático fue un aporte de un mercedino hipocondríaco.
6 – Otra variante del mercedino ansioso es el mercedino sin filtro. Esta especie propagó en todos los grupos de WhatsApp noticias, videos y enlaces, por más fake que fueran, sin importar la fuente. El reenviado fue su antídoto para aliviar la ansiedad del encierro.
7 – Uno de los prototipos más conocidos que protagonizó las charlas de este año es el mercedino reglamentario. Esta especie fue la encargada de explicar en qué consistía cada fase, dato que ni los propios gobernantes podían precisar. Se ganó el respeto por ser portavoz del boletín oficial y por manejar con extraña familiaridad -y desde el comienzo- términos como “Amba”, “aspo” y “dispo”.
8 – El mercedino dubitativo nunca supo con certeza cuántos días de condena te daban por contacto estrecho o si era igual para el asintomático que para el positivo. El mercedino reglamentario ha sido un sostén fundamental para esta especie. El mercedino dubitativo, se sabe, todavía pregunta si los chicos pueden jugar en la plaza o sólo circular dentro del radio de quinientos metros.
9 – Una cruza explosiva resultó del apareamiento entre el mercedino culpógeno y el mercedino detective –también llamado mercedino con rulero–. El primero fue incapaz de disfrutar los escasos momentos fuera de la casa. El fantasma de estar yendo contra las reglas lo abrumó al punto de autoaislarse -como castigo, no como prevención- después de haber visitado a un familiar. El segundo se encargó del espionaje de posibles positivos y denunció por redes sociales a cuanto conocido se cruzó en la calle, acusándolos de irresponsables por violar el confinamiento. Este último tuvo una buena conexión con el mercedino psicópata que sancionó a sus amigos conductas imprudentes y por privado organizó reuniones clandestinas.
10 – El mercedino fóbico, que vivió a sus anchas poniendo alcohol en gel al alcohol en gel (quizás el virus podía quedar atrapado en la pasta pegajosa), adoptó como mejor amigo al mercedino antisocial que lo convenció que no había placer mayor que quedarse en la casa distanciado de todo rastro de humanidad.
11 – Otro ejemplar que se multiplicó en las calles mercedinas fue el del mercedino rebelde sin causa. Este prototipo transgredió todas las indicaciones pegadas en la puerta de los comercios. Entró cuando debía esperar afuera, se apoyó en todos los mostradores, se acercó al vendedor más de lo debido y gozó orgasmos repentinos cada vez que prescindió del barbijo.
12 – La conducta del mercedino rebelde sin causa causó mucha simpatía en la horda del mercedino paranoico que nadó feliz entre múltiples teorías conspirativas como lo hacía el Tío Rico en la piscina de monedas de oro.
13 – Así como sucedieron buenos vínculos, también hubo otros que honraron la grieta. Sufrimos durante todo el año la discusión entre el mercedino “Alberto es un estadista” con el mercedino “la inmunidad del rebaño”. Discusión que tuvo sus variaciones y que derivó, en el último mes en “ya tenemos vacuna” versus “esa vacuna no me la pongo ni loco”.
14 – El mercedino periodista fue el encargado, sin que se lo pidan, de pasar cada noche el parte de contagiados y muertos a nivel local, provincial, nacional y mundial y el mercedino historiador se ocupó, sin que se lo pidan, de contextualizar esta pandemia y ponerla en serie junto a otras pestes y pandemias de la humanidad.
15 – Una especie que estuvo dentro de los grupos de riesgo fue el mercedino bipolar. Este espécimen osciló entre la felicidad por haber hecho cursos virtuales de mazapán y de cerámica a hundirse bajo las sábanas y esperar la muerte con el noticiero de fondo.
16 – Muy útil fue el mercedino tecnológico que enseñó a usar el Zoom, la videollamada, el Google Meet y todas las aplicaciones de encuentros virtuales.
17 – No todo fue distancia este año. También hubo romances intensos como el del mercedino “argentinidad al palo” y el mercedino bélico. El primero sacó los parlantes cada noche y puso a escuchar el himno nacional a todo el barrio. Aplaudió a médicos y enfermeros a las nueve de la noche y lloró de emoción y de orgullo cada vez que el presidente expuso un cuadro comparativo. El segundo encontró un modo de hablar que se había perdido desde el año 82. Se le iluminaron los ojos cada vez que repitió frases como “guerra contra un enemigo invisible” o expresiones como “frente de batalla” o “estar en la trinchera”.
La pandemia no terminó, eso está claro. Pero ya, en este tiempo, nos enseñó mucho más de lo que lo hicieron los colegios. Fue un espejo que permitió conocernos más y nos advirtió de quiénes hay que tomar más de dos metros de distancia y con quiénes deseamos brindar el 31 de diciembre.