Tras tres décadas de trabajo, el Molino Campo Claro, referente en la producción de alimentos de agricultura orgánica, anunció en un emotivo comunicado su cierre temporal debido a problemas de competitividad que han vuelto insostenible su modelo de trabajo. La empresa, ubicada en Carlos Keen, que se define como «una semilla guardada en la tierra», expresó su dolor y enojo al dar un paso al costado.
En su mensaje, la firma fue clara al señalar la dificultad de sostener económicamente su producción y fuerza de trabajo: «Lo que no funciona más es el sostén económico de nuestra producción… nuestro modelo de trabajo perdió sustentabilidad».
La emblemática productora de alimentos orgánicos, con 30 años de trayectoria, suspende su producción ante la inviabilidad económica frente al capital concentrado
Campo Claro atribuye directamente su pérdida de competitividad a la falta de un cambio real en los patrones de consumo. «Sin un cambio real y generalizado en las decisiones que toman los consumidores al momento de elegir sus alimentos, los pequeños productores de la agricultura orgánica perdemos competitividad contra el capital concentrado,» afirmaron. La empresa sostiene que no pudieron sortear los desafíos que impone el mercado frente a la agricultura industrial y sus productos.
A pesar del cierre, la empresa destacó con orgullo su legado: cientos de toneladas de alimento sano procesado, miles de familias que eligieron la alimentación consciente y el cuidado de miles de hectáreas «del veneno de la agricultura industrial».
El mensaje de despedida incluyó un profundo agradecimiento a su equipo de trabajo —Leito, Marce, Sergio, Derlis, Juance, Nata, Flor y Arno—, así como a Ángela, socia gerente y cofundadora, por mantener firmes los ideales de la marca hasta el último minuto.
La productora finaliza con un «Abrazo, y hasta siempre,» manifestando su esperanza de «permanecer vitales hasta que llegue la hora de renacer» en un contexto más favorable para los pequeños productores orgánicos.