Hace unos viernes atrás reflexionábamos Stabat Mater, estaba la madre, y hacíamos referencia a la Virgen Santísima al pie de la cruz.
Hoy, Sábado Santo, deseo invitarlos a trasladarnos con la imaginación a “llegó la Madre”. ¿Y llegó la Madre adonde? A la casa de Juan. Porque así dice el Evangelio, que en la cruz Jesús dice “aquí tienes a tu madre, aquí tienes a tu hijo”. Y desde ese día Juan la recibió en su casa.
¿Y qué es lo que habrá hecho María cuando llegó a la casa de Juan, en medio del dolor, del abatimiento, del cansancio? Porque han sido días ajetreados, tanto para Juan como para la Virgen. Una vez descansada un poco seguramente la Virgen Santísima, como buena madre, como buena mujer, lo primero que ha hecho fue comenzar a poner un poco de orden en esa casa de joven, que a las apuradas ha andado a las corridas detrás del Maestro.
Y seguramente la Virgen habrá abierto las pequeñas ventanas de la casa de Juan, para que se cambie el aire. Habrá recogido alguna que otra túnica que con rapidez Juan ha dejado tirada en el camastro. Seguramente que ha enrollado algún que otro papiro. Ha hecho orden, ha puesto el orden propio que pone con ternura toda madre, toda mujer que llega a vivir a la casa de un joven soltero y que ha andado muy a las apuradas en esos días.
Pues esa misma función es la que cumple la Virgen Santísima cuando le abrimos y llega a nuestra casa. Trae luz. Abre nuestras ventanas interiores. Ventila nuestros ambientes. Pone orden. Acomoda papeles. Acomoda ideas, actividades. Nos ayuda respetuosamente a ordenarnos. Limpia, trae serenidad, trae paz. Es la función de la madre, es la función a que con ternura la ha destinado Jesús desde la cruz: “Aquí tienes a tu madre, aquí tienes a tu hijo”.
Que en este Sábado Santo, sábado de la soledad de María, así como Juan la recibe a María en su casa también nosotros la recibamos en nuestra casa interior, para que ella abra ventanas, ponga orden, ponga luz, acomode lo que hay que acomodar para mostrarnos más fácilmente el rostro amado de su Hijo gloriosamente resucitado. Dejala entrar y que ella te bendiga.