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Colaboradores en la obra de Dios

«Hombre con pala», detalle. Foto: Quintana, Antonio, 1905-1972

«Comerás el pan con el sudor de tu frente». Esta es una manera de acercarnos al fascinante mundo del trabajo, o bien, como dice Jesús, «mi Padre trabaja siempre, yo también como mi Padre, trabajo siempre».

Ambas son perspectivas del maravilloso mundo del trabajo: una, verlo como una maldición bíblica, y la otra es haciéndonos parte y colaboradores de la obra creadora de Dios. El trabajo, como nos dice San Juan Pablo II en la encíclica «Laborem excercem», es un modo de colaborar en la creación, de transformar la creación, de poner el ingenio del hombre, nuestro propio ingenio, y de esa manera renovar, hacer nueva la naturaleza, hacer nuevo algo que viene ya hecho. Nosotros no creamos ex nihilo sino que nosotros transformamos lo que ya viene creado, de allí es que somos colaboradores en la obra creadora de Dios.

Qué bueno es poder ver nuestro hacer cotidiano desde esta perspectiva. No como una maldición sino realmente Dios mi Padre trabaja siempre y yo como el Padre también, como mi Padre, también trabajo siempre.

Tengamos, en nuestra Acción de Gracias por el trabajo cotidiano, en vista también a quienes han perdido el trabajo, a quienes son desocupados, a quienes tienen un trabajo precario, a quienes están buscando trabajo, a quienes en su trabajo son vituperados, o como vulgarmente se dice «negreados».

Demos gracias, si es que podemos poseer un lugar donde ser colaboradores de la obra creadora de Dios y así extender su obra.

La Virgen Santísima de Luján te bendiga y te conceda un Feliz Día del Trabajador.