El día miércoles 15 de mayo no fue un día como todos los días del Club del Caminante Mercedino, ya que en esta oportunidad se inició una caminata denominada «Croteada» donde el grupo de caminantes tomó las vías de La Trocha rumbo a la ex fábrica Dupont y desde ahí llegaron hasta la avenida 60, caminando por cañaverales y distintos árboles como laureles o hiedras que rodean las vías, para luego retomar por la avenida Escolta y llegar nuevamente al Complejo Cultural La Trocha.
La caminata duró una hora y fue con los caminantes dramatizados como «crotos» en conmemoración al nombre con el cual un intendente de la Ciudad de Buenos Aires con el apellido Crotto dio el derecho a todos los linyeras a poder tomar el Ferrocarril Belgrano y recorrer el país por esas vías.
La historia de una de las caminantes que en su infancia recuerda cuando paraba el tren cerca de su casa es más que interesante: «Yo vivía en 33 entre 36 y 38 y el tren paraba en La Trocha pero los vagones de carga llegaban a la 39 y más allá. El tren paraba creo que 1/2 hora y los crotos bajaban del tren y caminaban pidiendo por las calles perpendiculares a la vía», cuenta Silvia Luna, quien hizo el recorrido y al ver las fotos ese escenario le volvió a su cabeza. «Estaban de traje porque era el tipo de ropa que usaban los hombres de la época y era lo que le ofrecían ante el pedido de los crotos», agrega sobre lo que pasaba en la década del 50.
La institución organizadora de estas actividades es el CEF 40. «Invitamos a todos los que quieran formar parte del Club del Caminante los días lunes, miércoles y viernes, acercarse a las 15 horas al complejo La Trocha», dijo al respecto el profesor Fabián Brandoni, director del CEF 40, sobre esta actividad que es gratuita.
Los “crotos”
Tras asumir José Camilo Crotto la gobernación de Buenos Aires, deseando aliviar los problemas de los braceros, en 1920 decretó que a partir de febrero de ese año se les proporcionaría a los obreros de la cosecha que carecieran de medio de transporte, los pasajes ferroviarios. Se les entregaba un carnet con los datos personales y la clase de trabajo que había efectuado, y se señalaba la conducta de los obreros en el trabajo. “Fue así cómo ese trabajador tomó el nombre del gobernador y, al hacerlo, perdió una letra «t». El mismo tuvo su origen cuando los jefes de estación contaban los braceros que viajaban con pasaje gratuito en los ferrocarriles, los enumeraban en voz alta diciendo: «Van por Crotto», luego esto degeneró en «son de Crotto», hasta llegar al son crotos”, cuenta Ernesto Quiroga Micheo en un artículo publicado en La Nación