Feliz y Santa Navidad. La Palabra se ha hecho Carne, y así nos lo dice el Evangelio de hoy, Juan capítulo 1, versículos 1 al 18.
Esto que pareciera tan intelectual, tan elevado, es la Palabra, el decir de Dios el que ha creado todo, como dice el Génesis. Dios dijo y existió, Dios dijo y nació la luz, se creó la tierra, se separó del agua, y hasta dijo hagamos al hombre a nuestra imagen según nuestra semejanza. El hacer de Dios es un decir, el decir es un hacer.
Y este decir hoy se reviste de carne. Y esto es lo que celebramos. La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.
El mundo no la conoció, dice el Evangelio de Juan, vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Pero a los que creyeron en su nombre les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Y esto es lo que celebramos. Nosotros que hemos creído que la Palabra, por el sí sencillo de María y la custodia de José, un niño ha nacido. Sol de Justicia y Príncipe de Paz.
A él vendrán primero los ángeles y luego los pastores. Y posteriormente se producirá la llegada de estos sabios de Oriente, que le traerán oro, incienso y mirra.
Esto representa que el mensaje no es solamente para el mundo angelical o para el cielo, no es para los más pobres o para el pueblo de Israel, sino que el nacimiento es catolikós, para todos. Por eso la presencia de estos tres sabios de Oriente que representan las diversas razas de la humanidad y las distintas edades del hombre, madurez, adultez y vejez. Es para todos.
La Palabra se ha hecho Carne y se hace Carne para hacernos nuevos.
Que hayamos vivido la Nochebuena y vivamos la Navidad no solamente como un encuentro de regalos o gastronómico, mucho menos con esa melancolía propia de quien no tiene a Dios. La melancolía es la tristeza por algo que se ha perdido y el gran enemigo es el demonio. No nos dejemos invadir por estos sentimientos sino por el contrario.
Dios se ha hecho hombre para darnos también una nueva oportunidad. No nos auto boicoteemos y démonos nosotros mismos una oportunidad para la alegría, para la paz, para el encuentro.
Primero con nosotros mismos y luego con los demás, con la humanidad.
Que la Navidad no sea solo un número en el almanaque, o un feriado súper largo, sino que sea fiesta del encuentro con uno mismos y con Dios.
Feliz y Santa Navidad y que seamos visitados por José y por María, que nos traen al Niño Dios.