Llegando y viviendo el santo tiempo de la Navidad como lo hemos iniciado en la noche del 24 y lo hemos vivido plenamente el 25 y prolongaremos por algunos días, comienza con una fiesta, la de San Esteban, el primer mártir. Un joven que dicen los libros de los Hechos de los Apóstoles cuidaba la ropa de un tal Saulo, cuando este perseguía a los cristianos, hasta que es el mismo Esteban el que da testimonio del Señor.
San Esteban es un convertido y se cumple en él aquello del Evangelio que hoy estamos invitados a reflexionar, de Mateo 10 versículos 17 al 22. «Los entregarán a los tribunales y los azotarán en la sinagoga, a causa de mi serán llevados ante gobernadores y reyes para dar testimonio delante de ellos y de los paganos».
No se enciende una luz para ser escondida bajo la mesa sino para ser puesta sobre el candelero y alumbrar a todos los que están en la casa
Esteban a esto lo entendió y por eso comenzó a iluminar. Tiene el final de todo profeta, todo apóstol. Muere mártir, es la primera sangre derramada conscientemente por Jesús.
Dar testimonio en nuestra sociedad, rápida y lviana, con valores cristianos y del Evangelio. Allí donde estamos, donde nos movemos, animarnos con la suavidad de Dios a dar testimonio.
Y si es necesario dar la vida, que muchas veces es sabernos criticados o dejados de lado, hacer silencio. Conviene agradar a Dios antes que a los hombres
Que el espíritu de la Navidad y el ejemplo de San Esteban nos bendigan para que también nosotros seamos capaces de dar testimonio.