Volvemos atrás en el Evangelio y nos encontramos con Juan capítulo 1 versículos 18 al 28, donde de nuevo aparece Juan el Bautista que dice a sacerdotes y levitas “Yo no soy el mesías”.
Y esto nos lleva al pensar qué es lo que pretendían los sacerdotes y levitas y qué anunciaba Juan.
Y esto se traslada a la historia y nos encontramos con la misma lucha de anuncios nuevos y unidades nuevas. Nos encontramos con San Basilio Magno y San Gregorio de Nacianceno. Que eran muy amigos y lucharon mucho por la unidad en la Iglesia. Pero una unidad en la diversidad, permitiendo que cada uno expresara su creencia en Dios como lo deseara, siempre y cuando hubiese unidad en lo que se celebra. Como enseñara San Agustín, en lo opinable opinión, en lo verdadero unidad pero en todo que haya caridad.
Los sacerdotes y escribas no entienden el mensaje y testimonio de Juan el Bautista, por eso piden su muerte
Muchas veces entendemos la unidad como uniformidad, como disciplinamiento, pero podemos tener unidad en la diversidad de pensamientos, en la familia, en nuestro trabajo o en la patria.
Por eso el ejemplo de San Basilio nos vuelve a traer el mismo ejemplo, de unidad. La Palabra se hizo Carne y habitó entre nosotros, no para que todos seamos iguales sino para que todos creamos en lo mismo, aunque lo manifestamos de modo diverso.
Que nos animemos a la diversidad, a la que no hay que tenerle miedo.