Es un axioma aceptado creer que los vínculos familiares están basados en el amor más perfecto. Este enunciado milenario obedece a una construcción ideal, empeñada en negar que las relaciones interpersonales son asimétricas e imperfectas en tanto están basadas en la fragilidad humana, que puede ser compleja, contradictoria, ambigua e incluso cruel, en determinados momentos de nuestras vidas.
Este preámbulo nos permite analizar la pieza teatral “Verona”, de Claudia Piñeiro, que se estrenó en el Teatro Talía, el viernes 12 de noviembre.
La acción se abre con el diálogo de tres hermanas que coinciden en el baño durante la celebración del cumpleaños 80 de su madre: Adriana (Stella Siri), la que cuida a la madre, está casada con un marido agresivo, es tímida y aparentemente irresoluta. Gabriela (Nancy Ciovini), segura, determinada, parece tenerlo todo resuelto, aunque nunca se sabe… y Cruz (Graciela Madrigal), soltera irredenta, pregona su independencia absoluta y su amor al trabajo.
El encuentro pone de manifiesto las diferencias que existen entre las mujeres y desnuda al mismo tiempo rencores del pasado, aspectos de la vida cotidiana de cada una, sinsabores y frustraciones.
Un cuarto integrante irrumpe en la acción, desde el exterior. Es Goyo (Federico Arévalo), el hermano menor, que ha llegado de Italia e insistentemente las conmina a salir, porque en el salón las esperan para soplar las velitas de la homenajeada.
Y justamente es la madre el tema central de esta discusión disfuncional de las hermanas, que finalmente aflora en toda su crudeza, precipitando el conflicto: “¿Qué hacer con mamá?”.
Claudia Piñeiro aborda un tema común en muchos hijos mayores de cuarenta años con padres ancianos y lo hace con un humor refinado, por momentos desopilante, donde apela a toques grotescos y tiernos que equilibran el diálogo sin caer en el facilismo de lo dramático.
Finalmente, el hermano logra entrar al baño con una noticia que deja descolocadas a las mujeres, que reaccionarán en forma impensada.
Una obra de estas características y con personalidades tan disímiles requiere de un fuerte compromiso actoral, del que los actores salieron airosos:
- Stella Siri construyó un personaje titubeante, ingenuo, asustadizo. Su composición de Adriana le permitió desplegar, con su solvencia acostumbrada, esas características y en un crescendo interpretativo revelar su verdadera esencia, en el final.
- Nancy Ciovini fue la señora paqueta, la superada que tiene todo muy claro y ostenta sobre sus hermanas cierto grado de superioridad, aunque a través del diálogo muestra las fisuras de sus certezas para concluir en un discurso inesperado.
- Graciela Madrigal compuso una fresca y deliciosa Cruz. Con sutileza e inteligencia armó un personaje mediador en los enfrentamientos de sus hermanas, aunque mostró su fragilidad al caer en las trampas discursivas con las que quiso justificarse ante ellas y ante sí misma.
- Federico Arévalo fue correcto en su versión de Goyo y expresivo en la resolución del conflicto que cierra el círculo.
- Alberto Brunetti tuvo a su cargo el sonido y la iluminación, que fueron adecuados para la pieza.
La puesta en escena y dirección de Roberto Altieri estuvo orientada a crear un clima íntimo en el que la acción no decae y, a pesar de que “Verona” es una comedia dramática, puso más el acento en la comedia que en el drama, entendiendo correctamente el espíritu que la autora imprimió a la obra.
Felicitamos a los integrantes del Teatro Talia por sumarse a una nueva propuesta teatral, después de un tiempo difícil y extremo. Nos complace que hayan decidido festejar su 60° aniversario con esta obra amable, de refinado humor y excelentes actuaciones.
Fotos gentileza de Clarisa Altieri