Como todos los años desde el 2003, la Escuela de Montaña AZIMUTREK se aventuró una vez mas este año a encarar la emblemática Salida Práctica hasta el lugar en donde se encuentran los Restos del Avión de los rugbiers uruguayos, tras el recordado y trágico accidente que sufrieran en 1972. La mercedina Alejandra Chiminelli fue parte de ella.
La propuesta de la Escuela es llevar adelante una expedición en plena Cordillera de los Andes, de «pura montaña». Durante el derrotero, los alumnos ponen en práctica todos los conocimientos adquiridos a lo largo del curso de Trekking y Montañismo que dictan. Desde los preparativos del equipo y las charlas previas, los cálculos y análisis sobre las cartas y mapas, el cálculo de los tiempos de marcha y de descanso, las provisiones (minimizando cada gramo) el armado del campamento y el cruce a pie de los ríos de deshielo, todo forma parte de esta experiencia única para los alumnos participantes.
Como no se trata de un tour guiado, la modalidad de salida práctica permite a los alumnos planificar enteramente la expedición. Si bien hay un staff de la Escuela que coordina, acompaña, instruye y auxilia en el caso de ser necesario, cada grupo de alumnos auto gestiona riesgos, recursos y tiempos de marcha para cumplir con el itinerario propuesto.
El itinerario
La salida comenzó en la terminal de Micros de San Rafael, en Mendoza. Allí se reunieron todos los participantes de la travesía. Una vez conformado el grupo, desde San Rafael se dirigen hacia la región de El Sosneado, en el partido de Malargue, distante unos 135km al SO. Esta es la última parada dentro del tramado de la ciudad. Horas más tarde, desde El Sosneado, el grupo es transportado en vehículos 4×4 hacia el Refugio del Ejército Soler, cerca del límite con Chile y a orillas del Río Atuel. Durante el trayecto a dicho refugio se hacen dos paradas previas: en la primera se avista la laguna «De la novia», y en la segunda, se conocen las Termas de Azufre y el Hotel Termas del Sosneado, que funcionó hasta 1953, y hoy se halla en ruinas y abandonado.
La llegada del contingente al Refugio Soler es pasada la tarde. Una vez establecidos, los expedicionarios se reabastecen y reagrupan y previo chequeo de equipo se establece el itinerario a seguir durante las jornadas siguientes. Quedan por delante días largos de trekking. Si todo sale conforme lo planificado será un recorrido de 60km a nivel planiméticro con una sumatoria de 3700 metros de desnivel positivo. El derrotero incluye tres campamentos y el cruce de 4 ríos de deshielo (el Atuel, el Rosado, el Barroso y el Lágrimas) que los alumnos deben pasar vadeando.
El trayecto culmina en los restos del avión caído, donde se halla un monolito conmemorativo y desde allí se inicia el último tramo hasta la cumbre donde impactó el avión antes de caer al glaciar, un risco de piedra de 4415 metros de altura.
“De allí buscamos una travesía de unas 4 horas hasta una nueva cumbre nunca antes coronada, que luego la bautizaríamos de manera especial: ALECHI por nuestra compañera Ale Chiminelli”, cuenta al respecto Lucas Michelini, del staff de Azimutrek, escuela de montaña.
“Si tuviera que mencionar un motivo por el cual me apasiona la montaña y la naturaleza, no es solo por toda su belleza y majestuosidad, sino porque además de todo ello, en ese entorno maravilloso no hay diferencias sociales, ni clases, ni títulos, ni distinciones, ni nada. Todos somos iguales e insignificantes frente a tanta magnificencia”, apunta.
“Todos fuimos conmovidos”
“Por obvias razones de organización y seguridad, es necesario que haya una cabeza y un staff que coordina, al resto de los excursionistas. Así debe ser. Pero ninguno es más importante que el otro, y cada uno necesita del compañero para seguir, para asistir, para llegar. Este año en particular fuimos todos conmovidos y motivados de manera especial. Entre los alumnos que asistieron, cada uno con sus bagajes e historias de vida, había una en particular. La historia de Alejandra Chininelli, ALECHI, que nos enseñó a aferrarnos a la vida y a vivirla cada segundo al máximo. A no rendirnos, y a entender que -como dice una de las placas que se encuentra entre los restos, allá en el sitio del avión- “Lo posible y lo imposible son simple producto de nuestros miedos e inseguridades…”. Las circunstancias no hacen a las personas, sino la actitud con la que se las enfrenta. Y Alechi nos lo demostró a todos. Tanto nos llenó de su vida, energía y alegría, que de manera espontánea e unánime se decidió ponerle el nombre de ALECHI a la nueva cumbre conquistada. Como símbolo de perseverancia y determinación. De que si se quiere se puede. De fortaleza. De humildad y por sobre todo de gran corazón”, dice Michelini, para quien “este año, en la salida, aprendimos mucho más que montañismo”.