«De chiquito fui satélite pero ahora soy una vacuna», dice la Sputnik parafraseando a Charly García.
La noticia de su pronta colocación por millones en la Argentina genera ilusión en quienes temen que esta pandemia sea interminable, y dudas en los que creen que con su inyección entrarán controladores inteligentes en el cuerpo de los vacunados o se anularán sus emociones o incluso su potencia reproductiva.
Más allá de la paranoia o la esperanza, despega la vacuna rusa Sputnik y esperemos que no sea un clavo.
Con amor, esperamos tu flechazo Sput.