Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. (Eduardo Galeano)
Hay días que nos sentimos perdidos, donde no alcanzan explicaciones o argumentos para aferrarse a una balsa, hay días que nos vemos naufragar en la bruma, nos perdemos irremediablemente, hasta abandonar toda esperanza. Es entonces que un hecho pequeño, o al menos pequeño frente a los males del mundo, te sacude el corazón, te despierta de la pesadumbre y te rescata. Un hecho o varios hechos…
Fueron nuestros nietos. Todo empezó con Nehuen y su grupo de amigos practicando vóley en el “Poli”. De la mano de su Profesora Carolina Martinelli un puñado de chicos de todas las clases sociales jugaban y se divertían de un lado y otro de una red. Dedicados, respetuosos, disfrutaban de un lugar bien preparado para recibirlos; el Polideportivo Municipal. Empezaron siendo pocos y terminaron el año explotando en número. Las cosas bien hechas triunfan por sí solas. Nos hizo felices verlos felices.
Tanto como al más chiquito de todos, Luca, y sus comienzos de fútbol en el siempre vigente Palometas. ¡Una garantía!
Luego fue el turno de Naiara, nuestra única nieta, despedían el año en el Club Mercedes con una muestra de patinaje; La Previa del Mundial. Colores, coreografías, movimientos y rutinas que alegraron a un público numeroso y entusiasta. Fue el fruto de mucha dedicación y trabajo. Decenas y decenas de deportistas sobre ruedas que por momentos parecen ángeles que trepan a las nubes. Un verdadero espectáculo donde aflora la amistad y el compromiso con una vocación. Más que destreza gimnástica es arte deportivo.
Finalmente fue el turno de Joaquín, el nieto varón más grande que festejaba el cierre del año con su querido club Quilmes. Desarrolla ahí dos roles; el de monitor y el de jugador. Con sus juveniles 16 años nos dejaba un ejemplo; el de cumplir un sueño personal y el de formar a una camada de pequeñines que ven en él a un guía, alguien en quien confiar y seguir. Fue también un momento de encuentro de más de un centenar de familiares para aplaudir a sus retoños y apoyar su práctica deportiva, en un año difícil pero también de logros y de campeonatos bien disputados.
Estas instituciones, estatales o asociativas, nos muestran el rumbo, nos devuelven la ilusión. Se trabaja en ellas con valores, seriedad y responsabilidad. Se entrena con constancia y alegría, en un muy buen equilibrio. Los jóvenes, tan denostados a veces, nos muestran que con una buena compañía pueden dar muchísimo. Recogen valores y siembran futuro.
Nos rescataron, con sus deportes y estos sanos entornos. Nos rescataron. Nos devolvieron ánimo y fuerzas. Falta más, claro. Los deportes deberían estar más cerca de todos los jóvenes que habitan Argentina. En todo lugar, en toda circunstancia. Son, junto a la educación, los recursos mejor invertidos. Pero el fuego está prendido, la luz nos ilumina, todas las familias deben acompañar.
Las autoridades y las dirigencias, de todo orden, deben saber que por acá está el camino.
Todas los egoísmos, miradas especulativas o utilizaciones mezquinas no aportarán nada sólido ni profundo. Aunar esfuerzos en torno a la niñez y juventud nos traerá de vuelta a ser un gran país.
Lo vivimos en carne propia. Y lo disfrutamos a más no poder. ¡Gracias!
Por Oscar Dinova (escritor) y Diana Manos (fotógrafa)