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Una sentencia que interpela el rol de una «institución» en años de genocidio

Por Sergio Resquín. En el fárrago de noticias que cada día sobrevuelan la vida de los mercedinos y del resto de los argentinos, lo acontecido hace más de un mes pasó casi desapercibido para la mayoría. Tampoco tuvo una gran cobertura periodística de los medios locales. Una noticia más en la vorágine de la vida cotidiana de todos.

Sea como sea los hechos históricos a pesar de estar estrechamente ligados con nuestro presente pueden tener esa pátina de un pasado que no viene a conectarse con los varios temas que nos acucian.

Pero el fallo judicial de los primeros días de agosto para los genocidas que actuaron en el Regimiento de Infantería Mecanizada 6 con asiento en Mercedes genera algunas reminiscencias para algunos más que para otros.

Claro, fue en Mercedes donde los nombrados en el fallo judicial hubieron vivido y tenido «su base» de operaciones, en una, ¿podemos llamarle «institución»? muy caracterizada en su momento en nuestra ciudad.

También es cierto que la noticia de hace más de un mes también pudo haber caído en la indiferencia de muchos, sencillamente porque nunca supieron de la existencia de esta «institución» que ya hace más de veinte años dejó el lugar físico que solía ocupar en Mercedes. O sea que para muchos mercedinos su referencia es algo totalmente alejado de algún tipo de significación.

Pero no para todos.

Para muchos fue un lugar en que forzosamente debieron pasar algún tiempo de su vida. Algunos de manera obligatoria u otros voluntariamente.

Pero, en determinados contextos históricos, la evocación del posible y previsible «modo de accionar» de la «institución» en cuestión puede ser un ejercicio de memoria retroactivo. Acaso la propia lógica de ese contexto histórico termine por explicar esa disparidad de imagen que emana de ese análisis retrospectivo.

El lado oscuro del Regimiento 6
La condena a perpetua de tres oficiales del Rimec 6, que como se debe recordar ocupaba un lugar de la ciudad (actual Gendarmería) no solo es la primera causa que llega a juicio oral involucrando a integrantes de esta unidad del Ejército. No, más bien vuelve a poner sobre el tapete el rol que llevó adelante «el seis» en el marco del imperio del Terrorismo de Estado.

Desde siempre la presencia de este regimiento en nuestra ciudad involucró algún tipo de relación de los mercedinos con la «institución» armada. Desde aquellos que tuvieron que cumplir el perimido «servicio militar obligatorio», hasta las relaciones políticas y sociales de la oficialidad con algunas familias influyentes. Seguramente de ahí eligieron los funcionarios municipales, desde los diversos intendentes “de facto” hasta jueces de cualquier fuero.

Podría ser la iglesia católica y sus representantes locales la otra pata de las instituciones, que jugaron un rol cercano al poder.

Desde siempre la presencia de este regimiento en nuestra ciudad involucró algún tipo de relación de los mercedinos con la «institución» armada. Desde aquellos que tuvieron que cumplir el perimido «servicio militar obligatorio», hasta las relaciones políticas y sociales de la oficialidad con algunas familias influyentes. Seguramente de ahí eligieron los funcionarios municipales, desde los diversos intendentes “de facto” hasta jueces de cualquier fuero.

Pero más allá de alguno que recuerde con nostalgia su año de “Colimba” (corre, limpia, barre), el inicio del Terrorismo de Estado nos lleva a intentar diseccionar cómo funcionó el Regimiento 6 en el engranaje represivo instaurado a partir de 1976. Que la unidad mecanizada bajo el mando de Rojas Alcorta era parte de un organigrama, que se integraba al accionar sistemático de las Fuerzas Armadas en materia represiva, es algo muy obvio. Por más que durante más de 42 años nada de esto fue ventilado. Y, por supuesto, mayormente nunca fue revisado en la memoria de los que vimos históricamente la presencia de este regimiento a pocas cuadras del centro de la ciudad.

Salir de noche
El 11 de agosto pasado el Tribunal Federal 2 falló luego de meses de alegatos, respecto al accionar de una «patota» que operaba con base en Mercedes. Tres ex subtenientes fueron condenados a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en el Regimiento de Infantería 6 de Mercedes (RIM 6).

De esta manera el TOF N° 2 de Buenos Aires condenó a Martín Eduardo Sánchez Zinny, Emilio Pedro Morello y Horacio Linari a prisión perpetua.

Durante el juicio, que se había iniciado en diciembre del año pasado, se investigaron privaciones ilegales de la libertad, tormentos y homicidios cometidos entre marzo y julio de 1976 contra 37 personas, de las cuales ocho fueron asesinadas o permanecen desaparecidas.

El Rimec 6 era cabecera de área 115 es decir que pertenecía a la zona 1, subzona 11. Esto hacía que el radio de acción de las patotas salidas desde Mercedes operaban sobre diversos partidos del Gran Buenos Aires. Y reportaran directamente con el centro clandestino de detención «El Vesubio».

Según investigaciones el 50 por ciento de los oficiales del Rimec 6 tuvo participación en operativos integrando «grupos de tareas». La línea elegida por la conducción de la dictadura implicaba las «operaciones» vestidos de civil, encapuchados y en horas de la noche.

El Rimec 6 era cabecera de área 115 es decir que pertenecía a la zona 1, subzona 11. Esto hacía que el radio de acción de las patotas salidas desde Mercedes operaban sobre diversos partidos del Gran Buenos Aires. Y reportaran directamente con el centro clandestino de detención «El Vesubio».

¿Cuántos de los que, por ejemplo, tuvieron que cumplir con la «Colimba» veían y escuchaban las órdenes de sujetos que por la noche eran parte del aceitado plan sistemático de desaparición de personas?

¿Cuántos habremos corrido tras la pelota en «la cancha del regimiento”, como se la conocía, mientras a metros se planeaba un secuestro?

Tal vez más de uno recuerde, aquella jornada muy particular en que Jorge Rafael Videla vendría a su ciudad natal. Durante las semanas previas los secundarios de Mercedes debimos concurrir a instruirnos en «desfile» para homenajear al dictador.

¿Cuántos de nuestros instructores de entonces habrían torturado la noche anterior?

Tanto aquel desfile como otros en fecha patria tenían un buen número de mercedinos como espectadores. Es muy posible pensar que estos condenados y otros que tal vez nunca comparezcan, pasaban a paso redoblado ante el palco frente a la plaza San Martín.

Pero, más aún, ¿cuántos soldados convocados a la demencial guerra de Malvinas fueron a ese conflicto comandados por estos oficiales, que habían participado del momento más feroz del Terrorismo de Estado?

La misma característica que se aplica al personal que participó en las patotas del Terrorismo de Estado se verifica también aquí. Durante el día cualquiera de estos, condenados o no, podía ser un gran vecino o un señor que cumplía con sus rituales religiosos, como cualquier otro. De noche la cosa era bastante diferente.

La imagen de una institución
La misma característica que se aplica al personal que participó en las patotas del Terrorismo de Estado se verifica también aquí. Durante el día cualquiera de estos, condenados o no, podía ser un gran vecino o un señor que cumplía con sus rituales religiosos, como cualquier otro. De noche la cosa era bastante diferente.

Luego de caída la dictadura el Rimec 6 se acomodó a la debacle del régimen dictatorial. Pero, como también parece obvio, el personal militar del regimiento se plegó a cuánto levantamiento «cara pintada» se produjo en el país. En las jornadas del Felices Pascuas Alfonsinista, en la que el por entonces presidente negoció con los sublevados las leyes de impunidad (obediencia debida y punto final) justamente en momentos en los que las responsabilidades del Terrorismo de Estado parecían bajar a oficiales de menor graduación y no solo a los comandantes.

Específicamente los tres condenados participaron en la asonada liderada por Aldo Rico.

El Regimiento de Infantería Mecanizada 6 dejó esta ciudad hace más de veinte años. La Justicia y el Estado han demorado exageradamente la investigación y condena de un puñado de oficiales, seguramente muchos permanecerán impunes. Pero a todos los que convivimos con este lugar y su personal nos obliga a repensar hasta qué punto la verdad enterrada, encierra datos que todavía pugnan por salir al conocimiento público.

Aunque la Justicia tan lenta claramente no es justicia, sin demasiadas esperanzas en el posible avance de causas por el contraproducente lógico paso del tiempo desde producidos los hechos. Aún hoy parece increíble que nunca se hayan abierto por completo los archivos de todo el periodo. Pero no es de extrañar, ya que los obstáculos que los gobiernos de la pos dictadura pusieron se orientaron a garantizar la impunidad.

Finalmente la consigna de los ochenta: «Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”, tal vez ya no pueda cumplirse. No se podría establecer un porcentaje pero muchos lograron despegarse o «blanquear» su etapa en el periodo, donde el Terrorismo de Estado» era la metodología elegida.

Y tal vez más de una vez nos hemos cruzado con alguien que, por entonces, salía por las noches.


* Sergio Resquín es docente, ex dirigente del Partido Obrero de Mercedes